lunes, 22 de octubre de 2007

CÓMPLICE

Sus manos heladas se calentaron en mi fiebre y galoparon por mis texturas. Al rato, un pequeño espasmo y un ahogo de boca contra boca que partió en dos la fiebre llena de ansia loca. Nos hicimos brasa y humo en una noche. Todo se volvió suave, tibio y desaparecimos en esa soñera del después. Mi fiebre enferma fue la cómplice de mi piel.

3 comentarios:

Javier Luján dijo...

Pues bendita fiebre que proporciona momentos tan placenteros.
Un beso.

AnaR dijo...

Esa fiebre que dibujas más como ardor , me dejó encantada.Por supuesto, de leerte.

Intenso, intenso.

Un abrazo

Orestes (Ex Al) dijo...

Yo quiero ser tu fiebre.
Nos perdimos hace tiempo en el que pase por alguna crisis, incluso de identidad, pero vuelvo a ser lo que era.
Te espero en este nuevo/viejo blog
Besos